Los factores de crecimiento (FC) son pequeños fragmentos proteicos biológicamente activos que pertenecen al grupo de las citoquinas.
Aunque los FC son producidos y segregados por todas las células del organismo como respuesta a un estímulo específico se encuentran en mayor proproción en las plaquetas, en los macrófagos y entre las proteínas plasmáticas. Cuando estas sustancias (citoquinas) se unen a los receptores de la membrana celular, la célula se activa o inhibe sus funciones.
Los factores de crecimiento regulan la remodelación de la piel y, por tanto, juegan un papel de gran importancia en el aspecto de la misma, disminuyendo con la edad su producción y perdiendo actividad
El primer factor de crecimiento - descubierto en 1960 - fue denominado Epídermal Growth Factor (EGF) o factor de crecimiento epidérmico (FCE), nombre que indica su capacidad de inducir la proliferación celular en cultivos de células de la epidermis.
Los factores de crecimiento epidérmico (FCE) son obtenidos mediante bioingeniería genética y utilizados en la cicatrización de quemaduras, aplicaciones post-peeling o incorporados a los cosméticos.
Actualmente se obtienen a partir de la propia sangre del paciente. Se realiza una extracción sanguínea al paciente y se centrífuga. Seguidamente, se separa del tubo de ensayo la fracción correspondiente al concentrado de plaquetas o Plasma Rico en Plaquetas (PRP) y se le añade una cantidad mínima de cloruro cálcico que provoca la transformación del fibrinógeno en fibrina.
Además de la formación, tras 5 minutos, de un coágulo blanquecino.
La degranulación de las plaquetas -con la consiguiente liberación de los factores de crecimiento que están dentro de su citoplasma- aparece a las pocas horas y tiene una vida media de tres días.
Si el coágulo plaquetario (rico en factores de crecimiento) se mezcla con grasa del mismo paciente se liberan los factores de crecimiento, estos son los encargados de estimular la producción de colágeno en ese lugar.
La aplicación de factores de crecimiento o de plasma rico en plaquetas (PRP) acelera la producción de tejido fibroso y mejora la cicatrización. En estética, su utilización favorece la re-epitelización, disminuye las molestias y mejora los resultados tras la realización de cualquier tipo de peeling (ácido glicólico, tricloroacético, fenol, etc.).
Desde hace años, se utilizan los factores de crecimiento aplicados mediante mesoterapia (arrugas, elastosis, discromías) en inyección subdérmica (surcos pronunciados, depresiones cicatriciales, fibrosis). Si estos se mezclan con grasa se utilizará de injerto, en cambio si se usa en forma de coágulo plaquetario será destinado para cicatrices acelerando el proceso de cicatrización.
Cuando nos enfrentamos con una piel envejecida nuestro planteamiento es el siguiente: primero limpiamos la piel de impurezas y removemos la capa córnea para su renovación, la hidratamos y nutrimos.
A continuación, provocamos la regeneración celular con factores de crecimiento (PRP). Finalmente, recogemos los frutos de nuestro trabajo: una piel hidratada, brillante y más joven. Su aplicación con la técnica de mesoterapia también ha demostrado ser muy beneficiosa. La mesoterapia ocupa un lugar destacado en el arsenal de las terapias preventivas del envejecimiento facial.
Es una técnica de administración local de medicamentos (seguros y en dosis mínimas) que consiste en la aplicación de múltiples microinyecciones en la dermis, lo cual nos permite salvar la barrera córnea cutánea.
Una de las manifestaciones más importantes del envejecimiento cutáneo es la aparición de arrugas. La aplicación mediante mesoterapia de factores de crecimiento solos o combinados con otros fármacos nos permitirá aportar principios activos que activan la regeneración celular de la piel y estimulan la producción de glicosaminoglicanos, fibras colágenas y elásticas necesarias para sustituir las estructuras alteradas.En resumen, podemos decir que los factores de crecimiento (FCE) regulan la remodelación de la epidermis y de la dermis. Con lo que, tienen una profunda influencia sobre la apariencia y textura de la piel.
Se ha comprobado que la aplicación tópica, o la inyección subcutánea de FCE, produce fuertes cambios sobre la piel envejecida. Entre estos cambios se encuentran la restuaración de la vitalidad cutánea, el aumento de su grosor, la recuperación de la consistencia elástica y una mejor afluencia vascular, estimulando las secreciones e incrementando la tersura y apariencia de la piel.
El uso de PRP nos permite, por tanto, un tratamiento con tejidos del propio paciente (sangre centrifugada) prácticamente exento de riesgos y que puede ser realizado, en la mayoría de los casos, de forma ambulatoria.